Ilusión Nacional: reconstrucción del “ya merito”




Letras blancas sobre fondo negro que definen el concepto de “ilusión”, un partido da inicio: “Brasil 50”, México abre la copa junto con el anfitrión, así inicia el documental Ilusión Nacional. Brasil es el máximo campeón en la historia de los torneos internacionales, equipo de un país con estadios emblemáticos y una afición apasionada que ante la derrota ha podido alcanzar en repetidas ocasiones el oro y la gloria; México el máximo esperanzador, también tiene los templos al balón, la afición desbordada a la que encanta y emociona con sus colores, pero a diferencia de su vecino continental, este ha obtenido mucho menos triunfos, y en especial, jamás ha logrado levantar la copa del torneo más importante del mundo.
Durante mucho tiempo el país estuvo, ha estado y está posicionado ante el mundo como una potencia emergente, o al menos eso queremos y nos han hecho creer. Una aspiración que ha trascendido lo político, social y cultural materializándose cada cuatro años en forma de un equipo marcado por los colores patrios, pateando un balón con la intención de lucir ante el mundo la valía de toda una nación durante noventa minutos. Mas no debemos olvidar que esto ocurre en todo el mundo, no somos la excepción, el futbol, la pasión y fanatismo nacionalistas que el deporte despierta ha justificado lo atroz y lo criminal en el pasado: racismo, vandalismo, masacres, fusilamientos y hasta el suicidio ante la derrota.
México ha sido anfitrión del mundial en dos ocasiones y para los gobernantes en turno (Ordaz y De la Madrid) esta fue la oportunidad de demostrar al mundo que México estaba en camino de convertirse en un país primermundista. El deporte nunca fue su prioridad, lo prioritario fue el negocio mediático y turístico. Esto fue más evidente en la segunda ocasión, “México 86”, cuando ante la contingencia tras el temblor, De la Madrid, de una forma irresponsable, no da marcha atrás al evento, decisión que pagó con el descontento de la población y que demostró que los intereses políticos y económicos son más grandes que los intereses de la población o el deporte.
Esta misma actitud es con la que las autoridades deportivas mexicanas se conducen; la capitalización del triunfo es el único objetivo para buscarlo, construir en torno a los símbolos patrios una marca que deje ganancias millonarias, y el equipo, los jugadores y los aficionados son sólo actores de este negocio. Se construye la ilusión de que en esta ocasión poseemos el equipo que alcanzará el quinto, sexto y hasta séptimo partido. Tan grande es el deseo de obtener este “triunfo capital” que en el pasado la selección se ha visto envuelta en escándalos relacionados con el fraude, como el que se organizó para hacer que la selección juvenil ganara el torneo del 88, donde se falsificaron actas de nacimiento, registros médicos y escolares para que jugadores con hasta ocho años más de la edad reglamentaria pudieran jugar.
Pero, aunque los jóvenes se vieron involucrados, es allí donde en los últimos años se ha demostrado que el futbol (el deporte) trasciende a los intereses políticos y económicos cuando quienes lo juegan buscan solo eso, jugar. La selección juvenil mexicana, con mucho menos apoyo económico y mediático, ha ganado en dos ocasiones el Torneo Mundial de Futbol de su categoría. Porque al final es el equipo quien para bien o para mal recoge el sentimiento de la afición durante noventa minutos. ¿Quién no se ha visto contagiado por la euforia del triunfo nacional? Aunque después venga la derrota: pena, gloria, esperanza y desesperanza durante noventa minutos son un poco una representación de la vida. Algo podrían aprender los mayores de los menores; en la cancha sólo hay que jugar hasta vencer al clásico mexicano más viejo: el “ya merito”, el “jugamos como nunca y perdimos como siempre”



Ficha técnica
Ilusión Nacional D: Olallo Rubio. G: Olallo Rubio. Amateur Films / Tintorera Producciones, México, 2014, 106m.

Publicado en Revista Rúbrica de Radio UNAM

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