Micro-Historia del suplemento cultural en México
La
palabra “suplemento” fue tomada del francés supplément y significa
“aquello que se agrega para completar, igualar o emparejar”. En los inicios de la
prensa en México,
las noticias eran distribuidas
en lo que
se conocía como
“Hojas Volantes” que se comenzaron a imprimir cada que la ocasión lo ameritaba,
es decir, siempre que había algo que informar a los habitantes de los poblados
o ciudades: algún evento eclesiástico
o una esquela fúnebre.
La
primera Hoja Volante de la que se tiene registro data de 1541, apenas dos
décadas después de la conquista española. Con el tiempo estas publicaciones
adquirieron la característica noticiosa y de la periodicidad, la primera de
ellas fue conocida como la Gaceta de México (1722), éstas informaban no sólo
del panorama político sino que ya contenían lo
que hoy consideramos
información cultural: certámenes poéticos, información
sobre los “Libros
nuevos en México”
y “Libros nuevos en España”, se anunciaba e incentivaba al lector a
encargar una copia del famoso Quijote de Cervantes; aparecieron las
primeras ilustraciones acompañadas
de noticias como del avistamiento de un cometa por un
profesor de Matemáticas y se ofrecía la primera explicación científica de un
temblor y otros fenómenos naturales.
La
periodicidad de estas Hojas Volantes era quincenal o semanal y pronto el éxito de
las noticias fue tal que rebasaron el
espacio físico del papel, así que se tuvo que hacer una impresión extra
a la que se le llamo suplemento:
La abundancia de noticias que han ocurrido
nos precisa a dar un suplemento el miércoles siguiente. Y respecto a no saber
si las personas
subscritas querrán tomarlo,
se hace preciso que
la que lo
quisiere, acuda a
la oficina a comprarlo.
El
suplemento cultural adquirió una gran relevancia para la vida
pública y social
de la Colonia,
tanto así, que a
principios del s. xviii estos servían de foro para la exposición de los autores
mexicanos del neoclásico encabezados por Andrés Quintana Roo y la publicación
el Diario de México; funcionaron como difusores de las ideas pre-independentistas o
insurgentes, inaugurando el
género del ensayo político en México con un texto titulado Carta de
un americano a el Español, dirigido al periódico El Español, en el que fray
Servando teresa de Mier argumenta la liberación de las Américas de España
influenciando al movimiento independentista.
Otro modelo
editorial pretendía difundir
más bien noticas
comerciales o económicas
acerca de la
industria, influenciado por el
estilo de la
prensa norteamericana, y así
surgió una especie
de suplemento dirigido
especialmente al público femenino; por mencionar alguno, el Calendario
de las Señoritas que tenían como objetivo llevar las
letras románticas y
sentimentales a las
mujeres, pero que principalmente eran
revistas de moda
para el consumo femenino.
Durante
el s. xviii y xix el suplemento se convirtió en un acompañante del país y
cambió junto con él; se enfrentó a los conflictos como lo hizo El pito real,
una publicación satírica contra la ocupación francesa y otras de una línea más
bien nacionalista como El Nacional o La Bandera, por
mencionar algunos, en
los que participaron
figuras tan importantes para este
movimiento como Ignacio Manuel Altamirano.
Para el s.
xx estas
publicaciones ya eran
la trinchera de la crítica y nuevamente es allí donde el pensamiento
revolucionario y posrevolucionario fue expuesto. Un ejemplo de esto fue la revista Gladios que recibió apoyo
carrancista y en la que se criticaba al gobierno porfirista por su tendencia
hacia el afrancesamiento:
[...]los
países jóvenes miran muy poco o casi nada a lo que tienen dentro...
olvidan casi por
completo su personalidad; sus poetas, pintores,
monumentos y riquezas les parecen indignos, pobres, atrasados.
La
revolución dio paso a un grupo de intelectuales llamado el Ateneo de
la Juventud, encabezado por Alfonso Reyes
y José Vasconcelos,
grupo que influyó
y se encargó de
la tarea de
la difusión cultural
y del pensamiento
posrevolucionario durante la
primera mitad del s. xx, inaugurando una tradición de
cientos y cientos de publicaciones de temas varios o especializados en las que
encontraron espacio autores tan importantes para la vida cultural y
pública como Juan
José Arreola, Octavio
Paz, José Agustín, Paco Ignacio Taibo II o Guillermo Fadanelli, quienes
fundaron sus propios grupos y publicaciones.
En
la actualidad los
formatos, objetivos y
perspectivas han cambiado o
evolucionaron, pero los
gustosos de la cultura continúan y continuarán la labor
de hacer llegar las noticias, los títulos, autores, artistas, músicos, directores
de cine y pensadores a aquellos que lo aprecien y aún más importante, a
aquellos que necesiten que la cultura los rescate.
Este
texto está basado en el libro Historia del periodismo cultural en México
de Humberto Musacchio editado por CONACULT
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